Description
El título de Afrodescendientes de este volumen les recuerda a los mexicanos la raíz de su estirpe nacional generalmente olvidada: la gente de piel canela. El índice del libro induce a leer un octeto de ensayos de muy buena factura sobre la labor biológica y cultural de los negros traídos a la Nueva España.
La lectura de este manojo de estudios hechos a ciencia y conciencia descubre puntos desconocidos del vecindario que vive ahora en Jalmich, en el oeste del país. Los habitantes de este rumbo, que no sólo los Cárdenas de Jiquilpan, según lo demuestra con plenitud el autor, son prototipos de lo que José Vasconcelos denominó la raza cósmica, del mestizo a donde vinieron a confluir todos los linajes del mundo: los blancos barbudos y de nariz larga, los negros de boca grande y los amarillos y cobrizos de ojos rasgados y poca barba.
El ocultamiento de la africanía en la cultura mexicana salta a la vista en expresiones del saber callejero. Mismo brinco que refleja el retardo, la falta, la deficiencia o la omisión del tema afro en los programas oficiales de enseñanza.
Pero la ignorancia, la ascendencia africana y su omisión en México incluyen la amnesia para no reconocer y nombrar sus contribuciones a la cultura vernácula. Evidentes son las aportaciones en torno al habla popular, a la comida, a la curación médica, a la música, a la mexicanísima charrería, pero todas ocultas bajo el manto étnico del mestizaje. Sin embargo, el mestizaje aún se reduce a hablar del europeo y del indígena mexicano, a preguntar quién descubrió a quién. En tal prédica, la identidad de los seres humanos traídos desde África, no existe. Desapareció en la traza del proyecto liberal del siglo XIX, proceso blanqueador cuyos registros no han vencido el encontronazo de la conquista emprendida por los entonces reinos de Castilla y Aragón.
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