Descripción
El presente volumen no podrá ubicarse junto con aquellos que buscan un concepto único de “gobierno abierto”; tampoco pretende promoverlo de manera acrítica como si se tratara de la solución a todos los males identificados por los gobiernos y la ciudadanía. La preocupación de este texto se encamina hacia otro derrotero: ¿qué tendría que hacer el funcionario, el servidor público, el burócrata que tiene frente a sí la instrucción o encomienda de implementar el gobierno abierto? ¿Qué sucede con la interlocución con la comunidad? ¿Puede germinar en cualquier contexto o se requiere de ciertas características de la ciudadanía y de los gobiernos que asumen un compromiso de apertura?
Por su origen plural y la diversidad de los sujetos que lo han adoptado, el gobierno abierto se ha mantenido como una idea general, de bordes conceptuales poco definidos, que involucra actividades e iniciativas cuyos elementos dificultan una tipología clara sobre qué es y qué no es gobierno abierto. Aun así, en cinco años (de 2011 a 2016) el número de países comprometidos en torno a esta iniciativa pasó de ocho a más de sesenta.
Considerando sobre todo el papel del implementador, viéndolo como un agente cuyas acciones trascienden la mera ejecución de órdenes, este libro promueve la comprensión de los diferentes elementos que se requieren para la construcción de una política pública de apertura gubernamental.
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