Descripción
Este libro escudriña cómo el ceremonialismo, la lucha agraria y las demandas culturales reconstituyen y amplían una tierra nativa muy antigua. Versa sobre las relaciones del pueblo huichol (wixarika) con el paisaje, su representación de éstas para reivindicar los derechos territoriales ante diferentes públicos, y las posiciones contradictorias de dichos públicos sobre la legitimidad de las demandas. Poco a poco aparecen los diversos sentidos que adquieren “lugar” y “territorio” entre personas cuyas experiencias se extienden a través de enormes distancias geográficas, económicas y culturales, desde rancherías habitadas por familias extensas en la Sierra Madre Occidental hasta escenarios regionales, nacionales y globales en los que los huicholes se presentan como la quinta esencia del indio soberano. Entiendo por territorio un conjunto de lugares, socialmente producidos, que muta a medida que los actores se mueven en él y amplían o recortan los procesos de construcción de nuevos lugares.
La territorialidad –la construcción, la apropiación y el control de territorio– depende de una gama amplia de prácticas agrícolas, rituales, comerciales y políticas, mientras públicos nacionales e internacionales las reconocen o cuestionan cada vez más. Básicamente, el territorio se va conformando acorde con el entendimiento y la respuesta de la gente a las condiciones materiales e institucionales en el espacio y tiempo, en lugar de que sea dado de manera automática.
Cada capítulo de este libro va siendo más insistente en cuanto a la naturaleza contingente de la definición. Este libro abunda sobre esa percepción al mostrar cómo los indígenas pueden remontarse aun hasta las prácticas tributarias precoloniales y las relaciones sacrificiales con los propietarios sobrenaturales del entorno natural para construir sus demandas al Estado mexicano como ciudadanos, acaso soberanos.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.